viernes, 13 de abril de 2012

De la música vivimos


¿Cuántas veces al día necesitan de un profesionista? ¿Cuántas veces al día recurren al médico? Sin duda no se acerca ni un poco al número de veces que recurren a la música, ya sea con ayuda de su mp3 o del recuerdo de algún concierto.

Pues yo soy de esas personas que no se despegan en todo el día de su celular, sí, ahí tengo toda la discografía que nutre mi alma y despeja mi mente. Que se desliza desde los sensuales tangos hasta el gran headbanging del metal finlandés. 

Me declaro adicta a los conciertos, sí, claro que adoro ver a mis héroes en vivo ¿quién no?, sin embargo el ambiente que se genera en cualquier gig -cada quién tiene su género preferido- es todo un ritual. Desde llegar temprano, buscar una firma, una foto. Pasar el tiempo repasando canción tras canción, la hora de accseso, buscar el mejor lugar si se trata de una entrada general, defendiendo cuerpo a cuerpo tu lugar. El sonar de los primeros acordes, el saludo de la banda, portar con orgullo la playera oficial o las made in home en fin, todos hemos vivido eso.

Aún así los mejores momentos de los conciertos a los que he asistido ocurren cuando toda la audiencia empieza a corear con toda la capacidad pulmonar que tiene, cuando todos saltan agitando los brazos, dando vueltas, dejándose llevar hasta el clímax musical junto con uno. Cientos -a veces miles- de desconocidos unidos por algo tan esencial en la humanidad.

Ese frenesí en el que cada uno de nosotros saca sus penas, en el que derrammamos lágrimas de alegría, de tristeza, aquellos que se dejan llevar con el calor humano, con los decibeles, con la voz del vocal pidiendo a todos que se unan a él para LA CANCIÓN, la que todos nosotros hemos convertido en himno, mantra, en ley de vida.

Tener ese ligero temblor en las piernas después de haber disfrutado de unas horas que se convierten en experiencias descriptibles por el paso de nuestra existencia, desean pronto el próximo evento, porque es sabido por todos nosotros que nunca, NUNCA tendremos suficiente.

Eso es lo que siento, eso es lo que vivo: